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Profecía

¯«Y me bendijo a mi mare:
y me bendijo a mi mare.
Diez séntimos le di a un pobre
y me bendijo a mi mare..
¡Ay! qué limosna tan chiquita,
qué recompensa tan grande.
¡Qué limosna tan chiquita,
qué recompensa tan grande!»

¿A dónde vas tan deprisa
sin desirme ni ¡con Diò!?
Me puedes mira de frente,
que estoy enterao de tò-
Me lo contaron ayer
las lenguas de doble filo,
que te casaste hase un mè
y me quedé tan tranquilo.
Otro cualquiera en mi caso,
se hubiera echao a llorà,
yo, crusàndome de brasos
dije que me daba iguà.
Y na de pegarme un tiro
ni liarme a mardisiones
ni apedrear con suspiros
los vidrios de tus barcones.
¿Que te has casao? ¡Buena suerte!
Vive sien años contenta
y a la hora de la muerte,
Dios no te lo tenga en cuenta.
Que si al pie de los artares
mi nombre se te borró,
por la gloria de mi mare
que no te guardo rencor.
Porque sin sè tu marìo,
ni tu novio, ni tu amante,
yo fui quien más t`ha querìo,
con eso tengo bastante.
_ _ _

-¿Qué tiene er niño, Malena?
Anda como trastornao,
tiè la carilla de pena
y el colorsillo quebrào.
Y ya no juega a la tropa,
ni tira piedras al río,
ni se destrosa la ropa
subiéndose a coger nìos.
¿No te parese a ti extraño,
no ves una cosa rara
que un chaval de dose años
lleve tan triste la cara?
Mira que soy perro viejo
y estás demasiao tranquila.
¿Quieres que te dé un consejo?
Vigila, mujè ¡vigila!

Y fueron dos sentinela
los ojitos de mi mare.
-Cuando sale de la escuela
se va pa los olivare.
-Y ¿qué busca allí? -Una niña,
tendrá el mismo tiempo que él.
José Miguè, no le riñas,
que está empesando a querè.
Mi pare ensendiò un pitillo,
se enteró bien de tu nombre,
te regaló unos sarsillos
y a mí un pantalón de hombre.

Yo no te dije "te adoro"
pero amarré en tu barcòn
mi laso de seda y oro
de primera comunión.
Y tú, fina y orgullosa,
me ofresiste en recompensa
dos sintas color de rosa
que engalanaban tus trensas.
-Voy a misa con mis primos.
-Bueno, te veré en la hermita.
Y qué serios nos pusimos
al darte el agua bendita.
Mas luego en el campanario,
cuando rompimos a hablar:
-Dise mi tita Rosario
que la sigûeña es sagrà,
y el colorín, y la fuente,
y las flores, y el rosìo,
y aquel torito valiente
que está bebiendo en el río;
y el bronse de esta campana,
y el romero de los montes,
y aquella línea lejana
que la llaman.. ¡Horisonte!
¡Todo es sagrao: tierra y sielo
porque así lo quiso Diò!
¿Qué te gusta más? -Tu pelo.
¡Qué bonito me salió!
-Pues, ¿y tu boca, y tus brasos,
y tus manos reonditas,
y tus pies fingiendo el paso
de las palomas suritas?
Con la puresa de un copo
de nieve te comparé;
te revestí de piropos
de la cabesa a los piè.
A la vuerta te hise un ramo
de pitiminí, presioso
y a luego nos retratamos
en las agüitas de un poso.
Y hablando de estas pamplinas
que inventan las criaturas,
llegamos hasta tu esquina
cogìos por la sintura.
Yo te pregunté: -¿En qué piensas?
Tú dijiste: -En darte un beso.
Y yo sentí una vergüensa
que me caló hasta los huesos.
De noche, muertos de luna,
nos vimos por la ventana.
-¡Chssss! Mi hermaniyo está en la cuna,
le estoy cantando la nana.

¯«Quítate de la esquina,
chiquillo loco,
que mi mare no quiere
ni yo tampoco».

Y mientras que tú cantabas
yo, inosente me pensé
que nos casaba la luna
como a marìo y mujè.

¡Pamplinas!  ¡Figurasiones
que se inventan los chavales!
Después la vida se impone:
tanto tienes, tanto vales;
por eso, yo al enterarme
que llevas un mes casà
no dije que iba a matarme,
sino que me daba iguà.
Mas como es rico tu dueño,
te vendo esta profesìa:
tú, por la noche, entre sueños
soñarás que me querías,
y recordarás la tarde
que mi boca te besó
y te llamarás "¡cobarde!"
como te lo llamo yo.
Y verás, sueña que sueña,
que me morí siendo chico
y se llevó la sigüeña
mi corasòn en su pico.
Pensarás: "no es sierto nà,
yo sé que lo estoy soñando";
pero allá en la madrugà
te despertarás llorando,
por el que no es tu marío,
ni tu novio, ni tu amante,
sino el que más te ha querío.
Con eso tengo bastante.
Por lo demás, tó se orvìa.
Verás cómo Dios te manda
un hijo como una estrella;
avísame de seguìa,
me servirá de alegría
cantarle la nana aquella:

¯«Quítate de la esquina,
chiquillo loco,
que mi mare no quiere
ni yo tampoco».

Pensarás: "no es sierto ná,
yo sé que lo estoy soñando".
Pero allá en la madrugá
te despertarás llorando.

Porque sin sé tu marío,
ni tu novio, ni tu amante,
yo soy... quien más te ha querío...
¡Con eso tengo bastante!



Autor RAFAEL de LEÓN

Homenaje al Gran Poeta Sevillano.

RESEÑA

'''Rafael de León y Arias de Saavedra''', Conde de Gómara, Marqués del Moscoso y Marqués del Valle de la Reina, nacío en Sevilla (España), el 6 de febrero de 1908 y falleció en Madrid el 9 de diciembre de 1982 (España). Escritor y poeta de la generación del ´27, autor de letras para copla andaluza, formando parte del trío de autores "Quintero, León y Quiroga".

Dejó un nutrido número de obras de alto contenido poético e inmenso valor espiritual.

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